Sus productos, como el iPhone y iPad, figuran entre los más falsificados del mundo. Pero la gran novedad llegó de boca de una joven que detectó en China una Apple Store falsa, con dos plantas de atención al público y empleados en rigurosa remera azul.
Desde adentro, es un verdadero desafío encontrar algún detalle que alerte sobre su verdadero origen. Los espacios inmaculados, los siempre presentes muebles de madera con equipos esperando ser puestos a prueba, la decoración llena de color, los empleados en remera azul y tarjeta con su nombre. Es una Apple Store… ¿o no?
Esta pregunta se hizo Jessica, una estadounidense de 27 años que está viviendo en China desde hace algo más de dos años. Desde que llegó a Kunming dice haber experimentado el vertiginoso crecimiento de esta pequeña ciudad, que hoy ya cuenta con mucha actividad comercial – al punto que la cadena de cafetería Starbucks ya abrió allí tres locales a menos de 10 cuadras de distancia uno del otro.
Por ese motivo, Jessica no se sorprendió al ver una flamante Apple Store inaugurada a dos cuadras del departamento que comparte con su marido. Pero algún detalle pequeño y una breve visita al listado oficial de tiendas del gigante de Cupertino alrededor del mundo, la llevó a la inesperada conclusión de que el local era completamente falso.
Algo que ni siquiera sus propios empleados saben. Ellos, ingenuos, están convencidos de estar trabajando directamente para Steve Jobs y cía.
“Era una falsificación bellísima – brillante – la mejor falsificación de una tienda que hayamos visto (y vemos una todos los días),” cuenta Jessica en su blog. Pero, estando acostumbrados a visitar las tiendas de Apple en EE.UU. y siendo usuarios de los equipos de la empresa, ella y su marido no tardaron en detectar anomalías. Para empezar, la famosa escalera en espiral era de mala calidad y las paredes no estaban bien pintadas. Aparte, en el cartel de la entrada se leía “Apple Store”, cuando la compañía en sus tiendas sólo pone el logo de la manzana brillando. Y, para terminar, las chapitas con los nombres de los empleados solamente decían “Staff”; ninguno tenía su nombre grabado en los cartelitos que les colgaban del cuello.
¿Al menos, los productos eran genuinos? Esa ya es una cuestión más compleja. La pareja no llegó a distinguirlo. La línea que separa los productos genuinos de los copiados es muy borrosa en China.
Al salir de la Apple Store falsa, después de haber charlado con los empleados y haber sacado varias fotos, Jessica fue a dar una vuelta por la cuadra con su marido. Oh, sorpresa, encontraron no una sino dos Apple Stores falsas más…
Evidentemente, en China se cumple a rajatabla aquello de “no todo es lo que parece”.